Revista de la Asociación de Mujeres Graduadas de la Universidad de Puerto Rico (marzo-julio 1944)

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La Unidad de Pensamiento de Miguel de Unamuno Su Proyección en los Géneros Literarios

Miguel de Unnmuno unifica su pensamiento volitivamente. El querer traza el pensar: el querer, tanto del escritor como de la palabra. Lo que vale en su pensamiento es la consecuencia pragmática de la expresión y no el poder discursivo, la tonalidad lírica y no el espíritu propiamente filosófico. Lo que llama la atención en Unamuno es la posición del hombre frente a la idea, ese egocentrismo metafísico que hace de su y,o el centro de gravitación de toda cosa. De ahi que la raíz de su pensamiento sea una develación de lo poético, una heterodoxia en acción. La angustia del pensamiento unamunesco tiene su entronque en este enraizamiento de la criatura poi· hacerse universo en la palabra. La doctrina nace despavorida, con u.1 fondo ideológico velado y desvelado en el movimiento histórico del ser individual. Participa Unamuno, en el modo de producir sus ideas, de una impulsión demoniaca que se desborda con una seca hermosura ante la insistencia del misterio de la vida, de lo que es suprarracional y no puede traducirse como certidumbre lógica. El tono de confesión se prolifera en una órbita de cosmicidad, y se origina cuando la verdad no puede independizarse de la vida. Entonces todo argumento de cariz filosófi co se toma argumento ad hominem: el yo es la suprema idea que desmenuza toda idea menor. Unamuno necesita sustanciar la per~ona que piensa e ininvierte el aforismo cartesiano: Soy, luego soy pensante. Y como el ser se resiste a su racionalización, de ahí el método de la pasión que se destila entre la verdad y la vida. Esta dialéctica interna del pensar-sentir, proceso vital y no mecánico, pasa por sobre la coherencia y formula un sistema. de lucha con el ángel de lo inefable: Unamuno mira cómo la idea trepa por la escala de Jacob pidiendo signos a lo eterno. En Unamuno asistimos al advenimiento del yo continuamente. El yo asustadizo de su propia esencia, creado por la batalla entre la c1fatura y la Deidad que Jo contiene. Se nos viene encima esa batalla irisada de dolor entre la individualidad y Ja personalidad. El acento patético sube con ánimo de olvidar el mandato recto1· de la inteligencia. La e.xaltación volun-

tarista del yp se alimenta del crecimiento de la angustia de no morir. El estar de la criatura, alejada de la Gracia Divina, es un estar en el tiempo. Porque la aparente escisión ent1·c la vida y la razón uaamunescas tiene un soporte más conmovedor en el modo cómo se relacionan la criatura y el Creador, en el modo de no resignarse a ser creado como un ser hacia la muerte y en el modo agónico de generar el ser como consecuencia de su inserción en la Nada. La agitación que oscila en el fondo del ser tiende a reglar todo pensamiento como una unidad sinfónica de la actitud del hombre frent e a la idea del anonadamiento. Lo que priva en Unamuno es la reciedumbre de la actitud, el gesto o la gesta de lo finito, y no la concat enación de la idea produciéndose a través de un proceso discursivo. Lo asistemático -fluir ele la conciencia en el espacio y lo problemático - fluir de la conciencia en el tiempo - son los dos centros tónicos del pensamiento unamunesco. La identidad del pensar y el sentir, con su carga emotiva de esguinces paradojales, hacen la palabra en este escritor. La frecuencia con que se produce la paradoja, su movimiento sintomático y su reflejo linguístico son facetas de la actitud psicológica que se mece entre lo oral y lo escrito. La actitud - lo que hace la unidad del pensamiento - se expresa en una especie de multiplicación rcgresional de la idea y hace del problema de la forma el verdadero fondo del pensar. Muy por atr:ís queda el aislamiento de la verdad objetiva. La idea funciona como soledad y desnudez. El pensamiento se resuelve en dialéctica, no en una dialéctica de tipo hegeliano en que la coherencia lógica es la misma realidad del pensamiento, sino en otra en que la t esis y antítesis, independizadas de la fo1·malidad o secuencia, vendlian a conjugarse como la sístole y, la diástole del corazón. Es la fórmula típica del pensar espaf1ol: el pensar con la sangre. En esta diaéctica no hay síntesis revolucionaria, no hay proceso mecánico, por lo mismo que no se persigue escanciar una solución de lo que se piensa. La problemática queda en pie virtualizada por lo asistemático del pensamiento.


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