Pascua de la Fraternidad capacitándose en diferentes talleres y otros más aprendiendo el Lenguaje de Señas. Para nosotros, misioneros estudiantes, resultaba un gozo indescriptible ver reunida la comunidad de sordos. Juntos aprendían, reían y crecían en el don de la fe. Con tu aporte, querido Macario, se comenzó a crecer y a difundir esta “gran obra misionera”; el éxito interesó y atrajo a personas peritas en educación, lo mismo a medios de comunicación y personas de Iglesia. Todos se interesaron en aprender el “lenguaje de señas” para comunicarse y ofrecer algo a las personas sordas. Parte de la formación integral del sordo fue la educación en la fe. Con tu participación Maco, y con permiso de las autoridades correspondientes, los sordos pudieron recibir en San Hipólito los sacramentos del Bautismo, Primera Comunión y Matrimonio, todo en su propio lenguaje. Con tu apoyo, organizamos la misa dominical la misma que se distinguía por el “coro de sordos” y donde “ellos” proclamaban la palabra de Dios y realizaban otros ministerios. En el mes de diciembre todos esperábamos las famosas “pastorelas de sordos” donde ellos eran los actores y directores principales. Todo esto fue posible gracias a tu apoyo incondicional a los sordos. Otra etapa importante de tu vida, P. Maco, fue tu estancia en San Rafael, o como le llamabas “San Rafael de las Ilusiones”. Allí te entregaste en cuerpo y alma, allí trabajaste con otros hasta transformarlo de lugar semiárido en un lugar paradisiaco. Uniste manos y voluntades para plantar limones, naranjos, pistaches y otros árboles frutales. Por tu propuesta al gobierno provincial, a la postre, este lugar fue sede del Noviciado. Más tarde te convertiste en maestro de las nuevas vocaciones misioneras; tu palabra, respaldada por tu calidez humana, acompañó la inquietud y el proceso vocacional de los jóvenes llegados. Una vez cumplida tu misión, dejaste San Rafael para trasladarte a León Gto. Una tarde, de forma inesperada, enfermaste y fuiste trasladado a la naciente residencia Marcelino Gallardo, en Morelia Mich. Allí, con otros misioneros también cansados por las mil batallas misioneras, pudiste ofrecer a Dios el poco aliento que te quedaba. Descansa en la paz de Dios querido Misionero amigo. Te recuerda con agradecimiento.
MOSAICO VIVO
P. JUAN JOSÉ PÉREZ GARCIADUEÑAS, cmf 7 de septiembre 1933 - 14 febrero 2021 74
Por P. Domingo Vázquez Parra, cmf