Shannon Walsh
REF LEXION A SO BR E EL P O DER TRANS F ORMADO R DEL AM O R DE DIO S
D
e vez en cuando, nuestros asistentes diarios a la Misa aquí en San Isidro notan que hay un rostro nuevo, pero familiar, en medio de ellos. Y si creen que es un truco de su imaginación que sienten que han visto a este visitante muchas veces antes, ¡no es así! Esta mujer sonriente y alegre es Shannon Walsh, una misionera que pasa la mayor parte de su tiempo viajando entre los Estados Unidos y China. Cuando está en los Estados Unidos, pasa mucho de su tiempo aquí mismo, en nuestra parroquia. Con 20 años de experiencia en el estilo de vida nómada que acompaña a su trabajo misionero, Shannon está agradecida de que nuestra acogedora y fiel parroquia sirva como su “base de operaciones” en los Estados Unidos. Cuando Shannon comenzó a rezar por China durante sus años universitarios, no tenía ninguna intención real de viajar allí. Sin embargo, había cuatro intenciones para China en su corazón que se abrían camino en sus oraciones diarias: una por los huérfanos, una por las mujeres obligadas a abortar, una por los que nunca habían oído hablar de Jesucristo y otra por la Iglesia Católica en general. Después de su graduación de la Universidad Franciscana, Shannon hizo un trabajo misionero en México mientras continuaba sus oraciones por China. Finalmente, un día rezo por la oportunidad de ayudar a los huérfanos allí. ¡Solo 10 minutos después, sonó el teléfono y le pidieron que viajara a un orfanato en China! “Fui a trabajar como voluntaria con huérfanos durante seis meses y nunca hubiera imaginado que seguiría haciendo esto 20 años después,” dice Shannon. “El Señor me ha abierto puertas para sumergirme con todas las personas por las que estaba orando en mis cuatro intenciones. Ahora, se centra en trabajar con la Iglesia y los adultos jóvenes, ayudándolos con su fe y a sumergirse más profundamente en ser discípulos de Cristo, cómo
Shannon Walsh (fourth from right) at the school for Catholic young adults se ve esto, y cómo vivir esto.” Para Shannon, una gran parte del deseo de acercar a otros a Cristo viene de una experiencia que tuvo en un retiro de AEC – Adolecentes Encuentran a Cristo- que le cambió la vida “Cuando tenía 17 años, mi mamá me obligó a ir a un retiro diocesano,” dice. “Fui pataleando y gritando, ni siquiera segura de que Dios fuera real, y me cuestioné cuál era el sentido de ir a Misa. Salí tres días después totalmente convencida de que Dios era real y que me amaba, y eso cambió todo. Comencé a ir a Misa diaria y comencé a rezar el Rosario. Todo lo que quería era aprender más acerca de Dios, por qué me ama, y si su amor es tan fuerte, ¿cómo puedo retribuirlo? ¿Cómo puedo amarle? De ahí, fui a la Universidad Franciscana y estudié teología.” Habiendo sido testiga de primera mano de la inmensa gracia que viene al conocer el amor de Cristo, como lo experimente por primera vez en ese retiro, y continúa en la página 8
7








