Perspectiva mundial
Jesús y la doctrina: Inseparablemente unidos
A
ceptémoslo: «Doctrina» no es una palabra muy popular hoy día. Hay movimientos que quieren minimizar la doctrina y enfatizar tan solo a Jesús. Para algunos, la doctrina conjura la idea de fríos credos eclesiásticos, tradiciones obsoletas, aburridas declamaciones y textos probatorios. Aunque algunos sostienen que Jesús y la doctrina no deberían, ni pueden, ocupar el mismo espacio, las Escrituras dejan en claro que tanto uno como la otra –es decir, Jesús y sus enseñanzas– son inseparables. Prescindir de una parte significa prescindir de ambas. Casi todo lo que sabemos de Jesús proviene de la Biblia, en especial de los Evangelios y el resto del Nuevo Testamento. Y mucho de ese contenido consiste en sus enseñanzas. El lector cuidadoso de los Evangelios reconoce que están saturados de las enseñanzas de Cristo, y que es imposible separar lo que Jesús hizo de lo que Jesús enseñó, porque toda su vida es un manual de lecciones. Si no conocemos y aceptamos las enseñanzas de Cristo, ¿cómo podemos realmente afirmar que lo conocemos? Algunos podrían sorprenderse al saber que la Iglesia Primitiva enfatizaba la doctrina. Los miles bautizados en el día de Pentecostés «perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros» (Hech. 2:42). Aprendieron este énfasis en la doctrina, de boca de Jesús mismo (véase Luc. 24:27, 44). CADA DOCTRINA ES CRISTOCÉNTRICA
Se nos dice: «Toda verdadera doctrina coloca a Cristo en el centro. Cada precepto recibe fuerza de sus palabras»1. Algunos podrían preguntarse si realmente se puede decir esto de cada doctrina adventista. Analicemos tres, a manera de ejemplo, mostrándonos cómo Jesús se encuentra en el centro de cada una de ellas.2 El remanente. ¿Se encuentra realmente Jesús en el centro de nuestra doctrina del remanente? Así es. Tengamos en mente que todo el libro del Apocalipsis le fue revelado a Juan por Jesús (Apoc. 1:1) y, por lo tanto, Jesús nos enseña cuáles son las dos características distintivas del remanente: «los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo» (Apoc. 12:17). Varios otros pasajes describen en términos simbólicos los eventos que llevan al surgimiento del remanente (Apoc. 10:1-11:1) y el mensaje que proclaman (Apoc. 14:6-12; 18:1-4). En esencia, ese mensaje, que incluye «el evangelio eterno», se aplica a la Gran Comisión de Jesús, que fue dada a los primeros cristianos (Mat. 28:18-20), y a un marco del tiempo del fin. También deja en claro que «la fe de Jesús» es la única manera en que ellos pueden Imagen: fauk74 / iStock / Getty Images Plus / Getty Images