UN EJEMPLO DE AMOR
Domingo
Los valores del reino y la vida cristiana AUDREY ANDERSSON
L
os adventistas estamos presentes en la mayoría de los países del mundo. Apocalipsis 14:12 nos explica la razón. Ese pasaje apocalíptico describe dos valores y verdades claves que miden la fe cristiana. Son la fe de salvación en Cristo como el único Salvador de la humanidad, y la obediencia a los mandamientos de Dios. Esos valores eternos crean paz, gozo y felicidad en la vida humana. EL LLAMADO A LA LEALTAD
La lealtad a Jesús como Señor es fundamental para la credibilidad de nuestro testimonio. La vida desleal significa un fracaso espiritual total. Elena White observó: «Negamos a Jesús como al que quita los pecados del mundo si, después de aceptar la verdad, no revelamos al mundo los efectos santificadores de la verdad en nuestro propio carácter. Si no somos hombres y mujeres mejores, si no somos más bondadosos, más compasivos, más corteses, más llenos de ternura y amor; si no manifestamos a otros el amor que indujo a Jesús a venir al mundo en misión de misericordia, no somos testigos ante el mundo del poder de Cristo».* 6
Noviembre 2020 AdventistWorld.org
No podemos compartir con convicción el amor de Jesús con otros antes de experimentarlo por nosotros mismos. No podemos compartir lo que no tenemos. El mundo está lleno de personas que buscan amor y aceptación, anhelando la paz y la felicidad. Ellos saben rápidamente si somos falsos. Por el contrario, la sinceridad gana muchos corazones. Tom era hijo de padres cristianos. Fue bautizado a los quince años junto con sus amigos. Era lo que todos esperaban que hiciera, pero no estaba realmente convertido. Se casó con una hermosa mujer cristiana, pero eso no le impidió unirse a los que viajan por el camino ancho que lleva a la perdición. Muchos años después, su esposa invitó a un pastor para que coordinara un estudio bíblico grupal en su hogar. A Tom no le interesaba, pero tampoco se opuso, porque el pastor y él eran amigos. Sin que nadie lo supiera, Tom escuchó los estudios bíblicos desde otra habitación. Después de unas semanas se unió al grupo, sentándose casi sin ser visto junto a la puerta. Fue testigo de los cambios en la vida de su esposa y de los demás integrantes del grupo. Le impresionaba la honestidad del grupo al admitir sus errores y al procurar hacer transformaciones personales. Una noche, comenzó a llorar. No eran lágrimas comunes sino de angustia y gozo al mismo tiempo. Testificó: «Jamás comprendí el mensaje adventista. Al escuchar estos estudios, vi a Jesús bajo una nueva luz. Dios me ha dado una segunda oportunidad y un nuevo par de ojos. Veo las cosas de otra manera». Fue bautizado, porque descubrió un amor convincente que le resultó auténtico y contagioso.
Fotografía: Geran De Klerk