AnĂĄlisis Mundial Dra. Marcela Szymanski
Aunque la pĂ©rdida de los derechos fundamentales como el de la libertad religiosa puede producirse bruscamente, por ejemplo, en un conflicto o en una guerra, en muchos casos no es un suceso repentino; con frecuencia, es un proceso de erosiĂłn que se produce a lo largo de los años. Igual que las tejas de un tejado salen volando de una en una, o unas cuantas a la vez, arrastradas por vientos cada vez mĂĄs fuertes, el observador acaba reconociendo que ya no hay cubierta, que se ha quedado a merced del viento. Estos vientos adoptan la forma de Gobiernos autoritarios, de redes terroristas transnacionales o de lĂderes religiosos fundamentalistas que incitan a turbas de linchadores. Los motivos para la erosiĂłn del derecho a la libertad religiosa son manifiestos, pero este deterioro tambiĂ©n se puede producir como resultado de la fricciĂłn creada al introducir nuevas leyes y regulaciones que, habiendo identificado a la religiĂłn como parte del problema, fuerzan gradualmente a las identidades religiosas a salir de la esfera pĂșblica. El Estado, como guardiĂĄn de la ley, estĂĄ obligado a permitir que el individuo «manifieste su religiĂłn o creencias en pĂșblico y en privado»5, manteniendo la esfera pĂșblica abierta a todas las religiones asĂ como a los que no profesan ninguna. Sin embargo, sin esta protecciĂłn del Estado, el derecho humano inalienable se hace vulnerable y queda en riesgo de desapariciĂłn. Un mapa basado en nuestra evaluaciĂłn de los informes de los paĂses y de los anĂĄlisis regionales señala los lugares en los que la protecciĂłn a la libertad religiosa estĂĄ casi perdida (paĂses en rojo), aquellos en los que esta protecciĂłn se ve amenazada (paĂses en naranja) y una nueva categorĂa, «en observaciĂłn», para aquellos en los que se han observado factores de reciente apariciĂłn que preocupan porque podrĂan acabar haciendo peligrar el derecho del individuo a la libertad religiosa. Lamentablemente, al mirar atrĂĄs se confirman las observaciones mencionadas. En nuestro informe de 2018 se manifestaban indicios de violaciones de la libertad religiosa que se han acelerado y ampliado hasta llegar actualmente a una situaciĂłn en la que los ataques sistemĂĄticos y atroces provienen de los Gobiernos, ya sea en China o en Corea del Norte, asĂ como de grupos terroristas internacionales como Boko Haram o el llamado Estado IslĂĄmico y otros grupos fundamentalistas. Estas situaciones se han agravado con la pandemia de la COVID-19. Los Gobiernos han utilizado la inseguridad para incrementar el control sobre sus ciudadanos y los actores no estatales se han aprovechado de la confusiĂłn para reclutar, expandir y provocar crisis humanitarias aĂșn mayores.
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Ayuda a la Iglesia Necesitada
Sin embargo, el perĂodo de dos años estudiado en este informe, tambiĂ©n ha revelado un progreso significativo especialmente en el diĂĄlogo interreligioso, asĂ como en el papel cada vez mĂĄs importante de los lĂderes religiosos en la mediaciĂłn y resoluciĂłn de las hostilidades y la guerra. PersecuciĂłn extrema (Mapa: paĂses señalados en rojo) Cerca de cuatro mil millones de personas viven en los 26 paĂses que entran en la categorĂa de los que sufren las violaciones mĂĄs graves de la libertad religiosa. Comprenden poco mĂĄs de la mitad, el 51%, de la poblaciĂłn mundial. Casi la mitad de estos paĂses estĂĄ en Ăfrica. En el Ăfrica subsahariana las poblaciones siembre han estado divididas entre agricultores y pastores nĂłmadas, experimentando de vez en cuando brotes de violencia a consecuencia de conflictos Ă©tnicos y por los recursos que llevaban largo tiempo latentes, agravados recientemente aĂșn mĂĄs a causa del cambio climĂĄtico, la reciente pobreza y los ataques de bandas armadas de delincuentes. A pesar de todos estos factores, las comunidades y los distintos grupos de fe vivĂan, en general, en relativa paz. A lo largo de la Ășltima dĂ©cada, sin embargo, la violencia ha estallado en toda la regiĂłn con una ferocidad inimaginable. Este paroxismo de conflicto liberĂł la frustraciĂłn reprimida durante generaciones en poblaciones jĂłvenes marginadas que han sufrido pobreza, corrupciĂłn y escasas oportunidades educativas y laborales. Estas frustraciones, a su vez, han alimentado el surgimiento de grupos armados âentre ellos, ciertas milicias islamistas locales, asĂ como, mĂĄs recientemente, grupos yihadistas transnacionales extranjerosâ, dedicados a perseguir de forma selectiva y sistemĂĄtica a todos aquellos que, musulmanes y cristianos por igual, no aceptan la ideologĂa islamista extremista. A lo largo de los dos Ășltimos años, los grupos yihadistas han consolidado su presencia en el Ăfrica subsahariana y la regiĂłn se ha convertido en refugio de mĂĄs de dos docenas de grupos que operan activamente (y cada vez cooperan mĂĄs) en 14 paĂses, algunos de ellos afiliados al Estado IslĂĄmico y a Al Qaeda. El desarrollo de estas filiales se ha producido en un perĂodo de tiempo alarmantemente corto y el patrĂłn es familiar. Los ataques de bandas criminales locales, impulsados por predicadores yihadistas salafistas, evolucionan de lo esporĂĄdico y arbitrario a lo ideolĂłgico y selectivo. En determinados casos, los esfuerzos de una banda culminan en una distinciĂłn siniestra: la «afiliaciĂłn» como provincia de un llamado califato de una red islamista transnacional (cf. la Nota informativa sobre Ăfrica). Millones de personas han huido de las regiones en conflicto, ya sea como desplazados internos o como refugiados